Un microrrelato es un relato o cuento muy breve, tan breve, tan breve, que os van a sorprender algunos de los 10 mejores microrrelatos de la historia que os compartimos a continuación.
El dinosaurio, de Augusto Monterroso
Se trata de uno de los textos más estudiados pues consiste en únicamente 7 palabras en las que escribe una historia completa y que cumple con todos los criterios para considerarse microrrelato. El texto es «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.»
El estudio de «El dinosaurio» se ha realizado desde múltiples perspectivas, desde un punto de vista literario e incluso político. Incluso este microrrelato se ha convertido en inspiración para otros textos, derivando en poesías, relatos o cuentos más largos que han tomado su inicio desde estas siete palabras de Monterroso.
Calidad y cantidad, de Alejandro Jodorowsky
No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.
Si uno se para a leer detenidamente este microrrelato se dará cuenta que hay toda una historia detrás de tan pocas palabras, que si uno se para a desgranarlo encontraríamos mucho más texto en esta línea y que evoca una historia de amor que nos abre más incógnitas que respuestas.
Por ejemplo, la persona enamorada no cayó rendido ante cualquier sombra, solo la sombra que generaba su amada durante el alba. No vale cualquier otra sombra, no se enamoró de la sombra de la tarde o del mediodía, solo se enamoró de la sombra que se desprendía de su cuerpo al amanecer.
Un sueño, de Jorge Luis Borges
En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de maderas y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular… El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
Amor 77, de Julio Cortázar
Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
Son muchas las interpretaciones que ha despertado el microrrelato de Julio Córtazar, y más que seguirá generando entre sus lectores. Por una parte, se cuenta que tal vez sea un segundo final del poema de su amigo Oliverio Girondo, el poema 12. Otros cuentan el título tal vez nos hable de la relación entre lo divino y lo profano, por toda la simbología que ofrece el número 7 a nivel bíblico. A la vez que el texto podría hacer referencia a las relaciones íntimas, al desenmascaramiento que se produce en el mundo íntimo e interno, a la vez que a la vuelta al exterior aparecería de nuevo esa máscara que lo oculta todo.
Hay muchísimas más interpretaciones interesantes.
La carta, de Luis Mateo Díez
Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.
Toque de queda, de Omar Lara
– Quédate, le dije.
Y la toqué.
Una síntesis maravillosa que nos transporta a una imagen completamente subjetiva que puede surgirnos en la mente, según nuestra historia o nuestros intereses. Es una manera de despertar.
La manzana, de Ana María Shua
La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de la gravedad.
Ha escrito cuatro obras fantásticas, totalmente recomendables. Este microrrelato aparece en su obra «La sueñera» de 1984.
La verdad sobre Sancho Panza, de Franz Kafka
Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de Don Quijote, que este se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a Don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.
Sueño de la Mariposa, de Chuang Tzu
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
En solo dos frases nos lleva a uno de los dilemas más complejos, más reñidos y habituales, ¿Cómo puedo saber si ahora sueño o si estoy despierto?, por ejemplo.
Carta del enamorado, de Juan José Millás
Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.
Con solo dos frases nos encontramos ante una riqueza inmensa, ante un texto que no necesita llegar a la página 50 si no que nos expone al personaje en su máxima expresión. La capacidad de vivir la vida, de exprimirla al máximo, de lo complejo de poder vivir en edades donde hay otros intereses o uno siente que tiene toda la vida por delante. Quién sabe. Se pueden hacer múltiples interpretaciones de este texto y aún así, seguir pensando en ello.
Continúa leyendo: